Porque hoy, 20 de noviembre es el día del niño, y aún se siguen vulnerando sus derechos en muchas partes del mundo (del nuestro también, no nos creamos mejores...)
Y para que los papas y mamas no nos olvidemos que nosotros también fuimos niños, me gusta de vez en cuando leer este poema de Khalil Gibran...
Vuestros
hijos no son
hijos vuestros.
Son los hijos y las hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
Vienen a través vuestro,
pero no vienen de vosotros.
Y, aunque están con vosotros,
no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor,
pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos,
pero no sus almas.
Porque sus almas habitan en la casa del mañana
que vosotros no podéis visitar,
ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos,
pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos,
como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El arquero ve el blanco en la senda del infinito
y os doblega con su poder para que su flecha vaya veloz y lejana.
Dejad, alegremente, que la mano del arquero os doblegue.
Porque, así como él ama la flecha que vuela,
así ama también el arco, que es estable
Son los hijos y las hijas de la vida,
deseosa de sí misma.
Vienen a través vuestro,
pero no vienen de vosotros.
Y, aunque están con vosotros,
no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor,
pero no vuestros pensamientos.
Porque ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos,
pero no sus almas.
Porque sus almas habitan en la casa del mañana
que vosotros no podéis visitar,
ni siquiera en sueños.
Podéis esforzaros en ser como ellos,
pero no busquéis el hacerlos como vosotros.
Porque la vida no retrocede ni se entretiene con el ayer.
Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos,
como flechas vivientes, son impulsados hacia delante.
El arquero ve el blanco en la senda del infinito
y os doblega con su poder para que su flecha vaya veloz y lejana.
Dejad, alegremente, que la mano del arquero os doblegue.
Porque, así como él ama la flecha que vuela,
así ama también el arco, que es estable
Khalil Gibran
MAYN fuimos y somos niños
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